Los caminos que construye el litio hacia el futuro. Por Aldo Santillán
Hoy en día el mundo se enfrenta a un desafío que año con año crece: la demanda de energía. Solamente de aquí a 2040, la Agencia Internacional de Energía (IEA) ha anunciado que esta necesidad se elevará en un 30%. En este contexto, el litio se ha insertado como un mineral esencial.
Uno de sus usos principales ha sido el de fabricación de baterías. Estas tecnologías tienen su origen hace más de dos siglos. Por ejemplo, con la primera pila recargable de plomo y ácido inventada en 1854. No obstante, las baterías de iones de litio se introdujeron al mercado hasta 1991.
Desde ese año y a partir de la inversión de recursos en investigación y manufactura, el litio ha impulsado principalmente a la industria de la movilidad eléctrica. Esto se evidencia con los más de 70 millones de autos que la IEA estima para el año 2025.
De este modo, el litio se encuentra en el corazón de las baterías que alimentan hoy en día a millones de dispositivos tecnológicos muy conocidos. Entre ellos se pueden encontrar las computadoras, los teléfonos inteligentes, tabletas electrónicas y hardware industrial, entre muchos otros.
No obstante, parte de aprovechar el potencial que el litio plantea hacia el futuro, implica también reconocer otros usos menos difundidos. Entre esas utilidades se encuentran los catalizadores para fabricar caucho sintético, la elaboración de grasas lubricantes, la industria del vidrio y la cerámica, o bien, los catalizadores en la producción de algunos medicamentos.
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La importancia de este metal se vuelve aún mayor cuando la IEA advierte que, la demanda energética en los próximos años, “será como añadir otra China y otra India a la carga global”. En este sentido, el aprovechamiento de las fuentes de energía renovables y el incremento de las capacidades energéticas de almacenamiento, deberá realizarse con el mayor respeto posible al medio ambiente.
Para ello, hay que reconocer datos relevantes como el hecho de que la cantidad de reservas no garantiza una producción proporcional. Por ejemplo, la Bolsa de Comercio de Rosario, Argentina, establece que en países como Chile el 44% de las reservas solamente produciría el 21% del total.
Para el caso mexicano, el Servicio Geológico de Estados Unidos plantea que México cuenta con reservas de litio por 1.7 millones de toneladas. Sin embargo, su extracción representa uno de los mayores retos debido a que se encuentra en yacimientos de arcilla. Este tipo de reservas contiene una concentración de apenas 0.0001% de litio por tonelada, contra el 0.1% de los yacimientos salares.
Lo anterior significa que la extracción de este mineral, requerirá de mayores cantidades de energía e inversión. En este sentido, es fundamental que México desarrolle, a través de diferentes mecanismos, esquemas adecuados de planificación, así como centros de investigación e información en torno a las oportunidades del litio.
Solamente así, los proyectos mineros que hoy en día se posicionan tanto desde la inversión pública como la privada en México, tendrán mejores oportunidades de desarrollar una industria integral, equilibrada y benéfica de este recurso a nivel nacional e internacional.