Mujeres en Minería

La apuesta de la integración del sector minero en la era de la posverdad

La apuesta de la integración del sector minero en la era de la posverdad- Por Rosario M. Uzcanga Vergara

Nunca antes tanta gente había tenido acceso a tanta cantidad de concimiento, y aún así ser tan reticentes de aprender algo al respecto”; Tom Nichols, autor del libro “The Death Of Expertise: The Campaign Against the Established Knowledge And Why It Matters”.   

La minería ha atravesado por diversas etapas, que incluyeron acontecimientos significativos durante la historia de la humanidad; los cuales han transformado a la industria en temas de carácter operativo, de planeación, político, ambiental, laboral, económico y social. Estos cambios han sido impulsados con empuje y complicidad de quien en ella opera; pero también se efectuaron impulsados por servidores públicos; el propio gobierno como regulador y por actores de la sociedad civil en aras de la mejora de los procesos.

 Si bien es entendido por los integrantes del sector que la minería se encuentra en zonas aisladas de nuestro país, hoy, en la llamada “era de la posverdad: realidad vs. percepción”, la minería ha sido sacada de su aislamiento territorial quedando expuesta a los debates de la opinión pública por medio de las redes sociales, masificándose los contenidos a una velocidad vertiginosa. Ello requiere de diversas estrategias.

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No se sugiere que la industria minera sea la responsable de cambiar ideologías; percepciones, emociones o creencias de la opinión pública, de las personas o de diversos actores sociales. Sin embargo, en este proceso, a la luz de tiempos actuales, resulta necesario comunicar e integrarse. En realidad, son pocas las voces de la industria que se escuchan posicionándose ante posturas que etiquetan, o perjudican, al sector en su conjunto en la esfera pública.

Si bien hay diversas acciones que reflejan grandes esfuerzos de empresas, cámaras, asociaciones o clúster mineros; como puede ser a través de foros, talleres, conversatorios, convenciones; los esfuerzos continúan siendo por e, incluso algunas veces a destiempo. En algunos casos tocando temas con sumo cuidado, evitando pronunciarse, otras veces, para no alimentar posibles controversias mediáticas.

No obstante, uno de los principales riesgos del silencio colectivo en la industria puede ser que el hecho de que se termine confundiendo con una aceptación. Es decir, una aprobación implícita de todo lo señalado y que solo la voz de un sector o agrupación críticos con la industria se acabe ostentando como la dueña de la verdad.

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La falta de integración de todas las voces dentro de la misma industria minera, ya sean las del norte, centro y sur del país desde un punto de vista geográfico; artesanal, micro, pequeña, mediana y grande; si hablamos de tamaños, o de las miles de mujeres y hombres que conforman la industria, puede conllevar a la precipitación de desencuentros al exterior de carácter social, jurídico, económico e institucional de gran calado.

Si bien la minería es una industria esencial por excelencia, al ser proveedora de la materia prima necesaria para otros sectores y actividades económicas, coadyuva; así mismo, al ejercicio de derechos humanos como lo es un trabajo digno, la educación, el acceso a la información o la salud. También genera una derrama que mejora la calidad de vida por medio de la obtención de bienes y servicios; y realiza una importante contribución en términos de impuestos que sirven para fondear distintas políticas públicas en el país.

Por ello, sigue siendo paradójico y contradictorio que algunos sectores convivan y se beneficien como sociedad de todo lo que la minería aporta, pero a la par la desconocen y piden que se erradique porque “mata”, “destruye”, o “despoja”, entre muchos otros adjetivos descalificadores producto de una percepción incorrecta, no pocas veces potencializada por las redes sociales y algunos medios de comunicación masivos.

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No se debe temer a la autocrítica, al trabajo integrador, al rompimiento del esquema tribial de formar grupos al interior de la industria que no se integran en su totalidad, para exponer sus puntos de vista. Evitando así que problemas de una empresa o proyecto terminen por convertirse en señalamientos mediáticos para todo el sector minero en sus diversos ámbitos.

Se reconoce que dentro de la industria minera participan grandes colaboradoras y colaboradores éticos, también en asociaciones como Women in Mining México. Ellos y ellas que desde su propia posición o área de influencia dentro del sector minero están comprometidos con la autocritica, y tomaron la decisión de formar parte de la solución a los retos de sus trabajos, en sus empresas y son la voz que dice sí a la integración de todos los grupos de relación.

Ello por que están, estamos, verdaderamente convencidos de generar soluciones en beneficio de toda la industria.

Rosario M. Uzcanga Vergara es Antropóloga Social egresada de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; con 19 años de experiencia en trabajo comunitario y 9 años en el sector minero en proyectos de exploración, minas subterráneas y a cielo abierto en el área de Responsabilidad social Empresarial y Atención Comunitaria.  Actualmente colabora el Proyecto de Extracción y Beneficio de Minerales Ixtaca con el cargo de Directora de Responsabilidad Social Empresarial y Atención Comunitaria.

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